martes, 16 de diciembre de 2008

La Espera

La tarde caía mientras el sol apenas asomaba su calva cabeza en el horizonte, pintando el cielo de un color cobrizo. Él la esperaba otra tarde de verano, como hacía años lo venía haciendo, en el mismo banco de la plaza donde se despidieron. La expresión de angustia en su cara lo decía todo: estaba desahuciado, molesto. La realidad le dictaba su veredicto una vez más, ella no iba a regresar, y aunque no pueda aceptarlo, hacía demasiado tiempo ya que su ausencia se había hecho más verdadera y duradera que cualquier otra cosa. Las promesas del regreso se las había llevado el viento, como se la llevó a ella también. Sin embargo, ese viento omnipotente y todopoderoso no había podido arrancársela del corazón, allí donde echó raíces su amor.
Su vida era “esperarla”. Vivía para esperarla, y a la vez esperaba para poder vivir. Todas sus tardes eran oscuras, y ella era la luz que le permitía seguir siendo algo: algo que sufre, pero algo al fin.
En aquel lugar se despidieron, jurando volver a verse. Era tan complicado todo. Presos de situaciones particulares, habían logrado estar en el momento equivocado, en el lugar equivocado. Desde entonces, desde aquella tarde de enero, él vuelve todos los días a esperarla.
Sin embargo, aquella tarde especial, donde el sol asomaba su calva cabeza en el horizonte y pintaba el cielo de un color cobrizo, pasó algo realmente sorprendente. Su camisa a cuadros, sin planchar, como de costumbre, y su gastado pantalón parecían no incomodarlo. Él esperaba quieto y tranquilo, soportando el calor, cuando una bandada de pájaros lo rodeó. Al principio le trajeron un poco de su perfume, de su aroma, en el aire. Ellos lo venían observando desde el principio y no soportaron verlo allí, muriendo de a poco, entonces la fueron a buscar… la buscaron y la encontraron. Estaba viviendo en otro mundo, iluminada por otros soles, muy feliz, y sin recordarlo. Él, al principio, se quedó mudo, como lo hacía siempre, y después sus ojos se pusieron brillosos, soltando una lágrima como alguien que no quiere desprenderse de algo que quiere. Esa gota de sufrimiento rodó por su mejilla hasta el borde de su cara y cayó al suelo, transformándolo en un ave, igual a las que lo rodeaban.
Así, aquella tarde donde el sol ya no asomaba su calva cabeza, y donde el cielo se volvía oscuro, él pudo ser otra cosa. Pudo soltar sus ataduras, ser libre y volar.

jueves, 27 de noviembre de 2008

El Hombre Nuevo

El “Hombre Nuevo”. Suena bien. Uno lo puede leer muchas veces, puede repetirlo en voz alta y hasta sentir eso que produce cuando uno lo oye. Pero ¿Qué quiere decir? No es solo un sustantivo adjetivado esperando que le pongan un verbo para que pueda ser algo más. El Hombre Nuevo es más de lo que dicen esas once letras acomodadas una detrás de la otra. Esas dos palabras juntas, sin importar el orden, dicen tantas cosas que no le hace falta verbo alguno, porque él mismo es acción en su esencia.
Hombre del futuro, forjado en la fragua de la justicia con las herramientas de la moral y la ética, estructurado en la vanguardia guerrillera, generador de conciencia revolucionaria y entusiasmo combativo.
Hombre que quiere nacer todos los días en nosotros, pero que muere diariamente en su estado más embrionario. Sepultado por ilusiones, fantasías y deseos sustentados en la realidad más irreal pensable. Hombre que intenta ver la luz, pero es abortado por una sociedad que no lo deja ser, una sociedad anticonceptiva que potencia la individualidad y la ignorancia, transformando el río de la humanidad en una zanja de agua estancada, sin vida.
Hombre que se constituye como tal en su acción, en su praxis. Impensable, inacabado.
Si dejáramos que éste eche raíces en nosotros y pueda florecer: eso si sería una primavera.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

DESGRACIA

Ella tocó mi puerta, como muchas otras desgracias lo hicieron antes; y siempre que una desgracia tocó mi puerta, abrí. Allí estaba, parada, fija y sonriendo. Traía una cajita en su mano. Supuse desde el principio que venía a llevarse mi corazón. Solo me miraba y sonreía. La hice pasar. Le ofrecí algo de tomar. Mientras dejaba la cajita sobre la mesa me dijo que tenía calor. Se quitó la piel y la dejó en el perchero. Yo amagué a subir el aire acondicionado, pero como recordé que no tenía, encendí el ventilador de techo. Fue un error no haber tenido en cuenta su altura. Cuando las paletas comenzaron a girar ¡¡¡PAFFFF!!! Voló su cabeza contra el macetero, cayendo sobre unas plantas. Comenzó a gritar y a hacer escándalo. Estaba muy enojada. De repente empezó a hablar en un idioma muy raro. Mi cabeza se atrofió y estaba que estallaba. Mis pies parecían derretirse. El dolor se me hacía cada vez más fuerte. Ella se acercó a mí y con un golpe muy violento incrustó su mano en mi pecho. Revolvió un rato con sus dedos, con mucha paciencia. El tiempo pasaba y empezaba a preocuparse. Siguió buscando hasta que se dio cuenta de que lo que había venido a buscar ya se lo habían llevado. Se paró de un salto, tomó su cabeza, su piel, la pequeña caja y se marchó. Yo tardé en reintegrarme. Me dio mucha risa en ese momento. Ella que quería mi pequeño e inservible corazón, y yo lo había cambiado la semana pasada por un poco de AMOR. Todavía me quedaba un poco en la bolsa, pero no sabía que iba a hacer cuando se me termine.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Entrevista al Dr. Sigmund Freud

"El valor de la vida"

Esta entrevista fue concedida al periodista George Sylvester Viereck en 1926 en la casa de Sigmund Freud en los alpes suizos.
Se creía perdida pero en realidad se encontró que había sido publicada en el volumen de "Psychoanalysis and the Fut", en New York en 1957.
Fue traducida del ingles al portugués por Paulo César Souza y al castellano por Miguel Angel Arce.


S. Freud: Setenta años me enseñaron a aceptar la vida con serena humildad.

Quien habla es el profesor Sigmund Freud, el gran explorador del alma. El escenario de nuestra conversación fue en su casa de verano en Semmering, una montaña de los alpes austríacos. Yo había visto el país del psicoanalisis por última vez en su modesta casa de la capital austríaca. Los pocos años transcurridos entre mi última visita y la actual, multiplicaron las arrugas de su frente. Intensificaron la palidez de sabio. Su rostro estaba tenso, como si sintiese dolor. Su mente estaba alerta, su espíritu firme, su cortesía impecable como siempre, pero un ligero impedimento en su habla me perturbó. Parece que un tumor maligno en el maxilar superior tuvo que ser operado. Desde entonces Freud usa una prótesis, lo cual es una constante irritación para él.

S. Freud: Detesto mi maxilar mecánico, porque la lucha con este aparato me consume mucha energía preciosa. Pero prefiero esto a no tener ningún maxilar. Aún así prefiero la existencia a la extinción. Tal vez los dioses sean gentiles con nosotros, tornandonos la vida más desagradable a medida que envejecemos. Por fin, la muerte nos parece menos intolerable que los fardos que cargamos.

(Freud se rehúsa a admitir que el destino le reserva algo especial).

S. Freud: ¿Por qué (dice calmamente) debería yo esperar un tratamiento especial? La vejez, con sus arrugas, llega para todos. Yo no me revelo contra el orden universal. Finalmente, después de setenta años, tuve lo bastante para comer. Aprecié muchas cosas -en compañía de mi mujer, mis hijos- el calor del sol. Observé las plantas que crecen en primavera. De vez en cuando tuve una mano amiga para apretar. En otra ocasión encontré un ser humano que casi me comprendió. ¿Qué más puedo querer?

George Sylvester Viereck: El señor tiene una fama. Su obra prima influye en la literatura de cada país. Los hombres miran la vida y a sí mismos con otros ojos, por causa de este señor. Recientemente, en el septuagésimo aniversario, el mundo se unió para homenajearlo, con excepción de su propia universidad.

S. Freud: Si la Universidad de Viena me demostrase reconocimiento, me sentiría incómodo. No hay razón en aceptarme a mi o a mi obra porque tengo setenta años. Yo no atribuyo importancia insensata a los decimales. La fama llega cuando morimos y, francamente, lo que ven después no me interesa. No aspiro a la gloria póstuma. Mi virtud no es la modestia.

George Sylvester Viereck: ¿No significa nada el hecho de que su nombre va a perdurar?

S. Freud: Absolutamente nada, es lo mismo que perdure o que nada sea cierto. Estoy más bien preocupado por el destino de mis hijos. Espero que sus vidas no sean difíciles. No puedo ayudarlos mucho. La guerra practicamente liquidó mis poseciones, lo que había adquirido durante mi vida. Pero me puedo dar por satisfecho. El trabajo es mi fortuna.

(Estabamos subiendo y descendiendo una pequeña elevación de tierra en el jardín de su casa. Freud acarició tiernamente un arbusto que florecía)

S. Freud: Estoy mucho más interesado en este capullo de lo que me pueda acontecer despues de estar muerto.

George Sylvester Viereck: ¿Entonces, el señor es, al final, un profundo pesimista?

S. Freud: No, no lo soy. No permito que ninguna reflexión filosófica complique mi fluidez con las cosas simples de la vida.

George Sylvester Viereck: ¿Usted cree en la persistencia de la personalidad después de la muerte, de la forma que sea?

S. Freud: No pienso en eso. Todo lo que vive perece. ¿Por qué deberia el hombre constituir una excepción?

George Sylvester Viereck: ¿Le gustaría retornar en alguna forma, ser rescatado del polvo? ¿Usted no tiene, en otras palabras, deseo de inmortalidad?

S. Freud: Sinceramente no. Si la gente reconoce los motivos egoístas detrás de la conducta humana, no tengo el más mínimo deseo de retornar a la vida; moviendose en un círculo, sería siempre la misma. Más allá de eso, si el eterno retorno de las cosas, para usar la expresión de Nietzsche, nos dotase nuevamente de nuestra carnalidad y lo que involucra, ¿para qué serviría sin memoria? No habría vínculo entre entre el pasado y el futuro. Por lo que me toca, estoy perfectamente satisfecho en saber que el eterno aborrecimiento de vivir finalmente pasará. Nuestra vida es necesariamente una serie de compromisos, una lucha interminable entre el ego y su ambiente. El deseo de prolongar la vida excesivamente me parece absurdo.

George Sylvester Viereck: Bernard Shaw sustenta que vivimos muy poco. El encuentra que el hombre puede prolongar la vida si asi lo desea, llevando su voluntad a actuar sobre las fuerzas de la evolución. El cree que la humanidad puede recuperar la longevidad de los patriarcas.

S. Freud: Es posible que la muerte en sí no sea una necesidad biológica. Tal vez morimos porque deseamos morir. Asi como el amor o el odio por una persona viven en nuestro pecho al mismo tiempo, asi también toda la vida conjuga el deseo de la propia destrucción. Del mismo modo como un pequeño elástico tiende a asumir la forma original, así también toda materia viva, conciente o inconcientemente, busca readquirir la completa, la absoluta inercia de la existencia inorgánica. El impulso de vida o el impulso de muerte habitan lado a lado dentro nuestro. La muerte es la compañera del Amor. Ellos juntos rigen el mundo. Esto es lo que dice mi libro: "Más allá del principio del placer" En el comienzo del psicoanalisis se suponía que el Amor tenía toda la importancia. Ahora sabemos que la Muerte es igualmente importante. Biológicamente, todo ser vivo, no importa cuán intensamente la vida arda dentro de él, ansía el Nirvana, la cesación de la "fiebre llamada vivir". El deseo puede ser encubierto por digresiones, no obstante, el objetivo último de la vida es la propia extinción.

George Sylvester Viereck: Esto es la filosofía de la autodestrucción. Ella justifica el auto-exterminio. Llevaría logicamente al suicidio universal imaginado por Eduard Von Hartmann.

S. Freud: La humanidad no escoge el suicidio porque la ley de su ser desaprueba la via directa para su fin. La vida tiene que completar su ciclo de existencia. En todo ser normal, la pulsión de vida es fuerte, lo bastante para contrabalancear la pulsión de muerte, pero en el final, ésta resulta más fuerte. Podemos entretenernos con la fantasía de que la muerte nos llega por nuestra propia voluntad. Sería más posible que no pudiéramos vencer a la muerte porque en realidad ella es un aliado dentro de nosotros. En este sentido (añadió Freud con una sonrisa) puede ser justificado decir que toda muerte es un suicidio disfrazado.

(Estaba haciendo frio en el jardín. Continuamos la conversación en el gabinete. Vi una pila de manuscritos sobre la mesa, con la caligrafia clara de Freud).

George Sylvester Viereck: ¿En qué está trabajando el señor Freud?

S. Freud: Estoy escribiendo una defensa del análisis lego, del psicoanálisis practicado por los legos. Los doctores quieren establecer al análisis ilegal para los no-médicos. La historia, esa vieja plagiadora, se repite después de cada descubrimiento. Los doctores combaten cada nueva verdad en el comienzo. Después procuran monopolizarla.

George Sylvester Viereck: ¿Usted tuvo mucho apoyo de los legos?

S. Freud: Algunos de mis mejores discípulos son legos.

George Sylvester Viereck: ¿El Señor Freud está practicando mucho psicoanálisis?

S. Freud: Ciertamente. En este momento estoy trabajando en un caso muy difícil, intentando desatar conflictos psíquicos de un interesante paciente nuevo. Mi hija también es psicoanalista como usted puede ver....

(En ese momento apareció Miss Anna Freud, acompañada por su paciente, un muchacho de once años de facciones inconfundiblemente anglosajonas)

George Sylvester Viereck: ¿Usted ya se analizó a sí mismo?

S. Freud: Ciertamente. El psicoanalista debe constantemente analizarse a sí mismo. Analizándonos a nosotros mismos, estamos más capacitados para analizar a otros. El psicoanalista es como un chivo expiatorio de los hebreos, los otros descargan sus pecados sobre él. El debe practicar su arte a la perfección para liberarse de los fardos cargados sobre él.

George Sylvester Viereck: Mi impresión es de que el psicoanálisis despierta en todos los que lo practican el espíritu de la caridad cristiana. Nada existe en la vida humana que el psicoanálisis no nos pueda hacer comprender. "Tout comprendre c'est tou pardonner".

S. Freud: Por el contrario (acusó Freud sus facciones asumiento la severidad de un profeta hebreo), comprender todo no es perdonar todo. El análisis nos enseña apenas lo que podemos soportar, pero también lo que podemos evitar. El análisis nos dice lo que debe ser eliminado. La tolerancia con el mal no es de manera alguna corolario del conocimiento.

(Comprendí súbitamente por qué Freud había litigado con sus seguidores que lo habían abandonado, porque él no perdona disentir del recto camino de la ortodoxia psicoanalítica. Su sentido de lo que es recto es herencia de sus ancestros. Una herencia de la que él se enorgullece como se enorgullece de su raza).

S. Freud: Mi lengua es el alemán. Mi cultura, mi realización es alemana. Yo me considero un intelectual alemán, hasta que percibí el crecimiento del preconcepto anti-semita en Alemania y en Austria. Desde entonces prefiero considerarme judío.

(Quedé algo desconcertado con esta observación. Me parecía que el espíritu de Freud debería vivir en las alturas más allá de cualquier preconcepto de razas, que él debería ser inmune a cualquier rencor personal. Entanto no precisamente a su indignación, a su honesta ira, se volvía más atrayente como ser humano. ¡Aquiles sería intolerable si no fuese por su talón!)

George Sylvester Viereck: Me pone contento, Herr Profesor, de que también el señor tenga sus complejos, de que también el señor Freud demuestre que es un mortal!

S. Freud: Nuestros complejos son la fuente de nuestra debilidad; pero con frecuencia, son también la fuente de nuestra fuerza.

George Sylvester Viereck: Imagino, observo, ¡cuáles serían mis complejos!

S. Freud: Un análisis serio dura más o menos un año. Puede durar igualmente dos o tres años. Usted está dedicando muchos años de su vida la "caza de los leones". Usted procuró siempre a las personas destacadas de su generación: Roosevelt, El Emperador, Hindenburgh, Briand, Foch, Joffre, Georg Bernard Shaw....

George Sylvester Viereck: Es parte de mi trabajo.

S. Freud: Pero también es su preferencia. El gran hombre es un símbolo. Su búsqueda es la búsqueda de su corazón. Usted también está procurando al gran hombre para tomar el lugar de su padre. Es parte del complejo del padre.

(Negué vehementemente la afirmación de Freud. Mientras tanto, reflexionando sobre eso, me parece que puede haber una verdad, no sospechada por mi, en su sugestión casual. Puede ser lo mismo que el impulso que me llevó a él)

George Sylvester Viereck: Me gustaría, observé después de un momento, poder quedarme aquí lo bastante para vislumbrar mi corazón a través de sus ojos. ¡Tal vez, como la Medusa, yo muriese de pavor al ver mi propia imagen! Aún cuando no confío en estar muy informado sobre psicoanálisis, frecuentemente anticiparía o tentaría anticipar sus intenciones.

S. Freud: La inteligencia en un paciente no es un impedimento. Por el contrario, muchas veces facilita el trabajo.

(En este punto el maestro del psicoanálisis difiere bastante de sus seguidores, que no gustan mucho de la seguridad del paciente que tienen bajo su supervisión)

George Sylvester Viereck: A veces imagino si no seríamos más felices si supiésemos menos de los procesos que dan forma a nuestros pensamientos y emociones. El psicoanálisis le roba a la vida su último encanto, al relacionar cada sentimiento a su original grupo de complejos. No nos volvemos más alegres descubriendo que todos abrigamos al criminal o al animal.

S. Freud: ¿Qué objeción puede haber contra los animales? Yo prefiero la compañía de los animales a la compañía humana.

George Sylvester Viereck: ¿Por qué?

S. Freud: Porque son más simples. No sufren de una personalidad dividida, de la desintegración del ego, que resulta de la tentativa del hombre de adaptarse a los patrones de civilización demasiado elevados para su mecanismo intelectual y psíquico. El salvaje, como el animal es cruel, pero no tiene la maldad del hombre civilizado. La maldad es la venganza del hombre contra la sociedad, por las restricciones que ella impone. Las más desagradables características del hombre son generadas por ese ajuste precario a una civilización complicada. Es el resultado del conflicto entre nuestros instintos y nuestra cultura. Mucho más desagradables que las emociones simples y directas de un perro, al mover su cola, o al ladrar expresando su displacer. Las emociones del perro (añadió Freud pensativamente), nos recuerdan a los héroes de la antigüedad. Tal vez sea esa la razón por la que inconcientemente damos a nuestros perros nombres de héroes como Aquiles o Héctor.

George Sylvester Viereck: Mi cachorro es un doberman Pinscher llamado Ájax.

S. Freud: (sonriendo) Me contenta saber que no pueda leer. ¡El sería ciertamente, el miembro menos querido de la casa, si pudiese ladrar sus opiniones sobre los traumas psíquicos y el complejo de Edipo!

George Sylvester Viereck: Aún usted, profesor, sueña la existencia compleja por demás. Entanto me parece que el señor sea en parte responsable por las complejidades de la civilización moderna. Antes que usted inventase el psicoanálisis, no sabíamos que nuestra personalidad es dominada por una hueste beligerante de complejos cuestionables. El psicoanálisis vuelve a la vida como un rompecabezas complicado.

S. Freud: De ninguna manera. El psicoanálisis vuelve a la vida más simple. Adquirimos una nueva síntesis despues del análisis. El psicoanálisis reordena el enmarañado de impulsos dispersos, procura enrrollarlos en torno a su carretel. O, modificando la metáfora, el psicoanálisis suministra el hilo que conduce a la persona fuera del laberinto de su propio inconciente.

George Sylvester Viereck: Al menos en la superficie, pues la vida humana nunca fue mas compleja. Cada día una nueva idea propuesta por usted o por sus discípulos, vuelven un problema de la conducta humana más intrigante y más contradictorio.

S. Freud: El psicoanálisis por lo menos, jamás cierra la puerta a una nueva verdad.

George Sylvester Viereck: Algunos de sus discípulos, más ortodoxos que usted, se apegan a cada pronunciamiento que sale de su boca.

S. Freud: La vida cambia. El psicoanálisis también cambia. Estamos apenas en el comienzo de una nueva ciencia.

George Sylvester Viereck: La estructura científica que usted levanta me parece ser mucho más elaborada. Sus fundamentos -la teoría del "desplazamiento", de la "sexualidad infantil", de los "simbolismos de los sueños", etc- parecen permanentes.

S. Freud: Yo repito, pues, que estamos apenas en el inicio. Yo apenas soy un iniciador. Conseguí desenterrar monumentos enterrados en los sustratos de la mente. Pero allí donde yo descubrí algunos templos, otros podrán descubrir continentes.

George Sylvester Viereck: ¿Usted siempre pone el énfasis sobre todo en el sexo?

S. Freud: Respondo con las palabras de su propio poeta, Walt Whitman: "Más todo faltaría si faltase el sexo" (Yet all were lacking, if sex were lacking). Mientras tanto, ya le expliqué que ahora pongo el énfasis casi igual en aquello que está "más allá" del placer -la muerte, la negociación de la vida. Este deseo explica por qué algunos hombres aman al dolor -como un paso para el aniquilamiento! Explica por qué los poetas agradecen a:

Whatever gods there be,
That no life lives forever
And even the weariest river
Wind somewhere safe to sea.

"Cualesquiera dioses que existan
Que la vida ninguna viva para siempre
Que los muertos jamás se levanten
Y también el río más cansado
Desagüe tranquilo en el mar"

George Sylvester Viereck: Shaw, como usted, no desea vivir para siempre, pero a diferencia de usted, él considera al sexo carente de interés.

S. Freud: (Sonriendo) Shaw no comprende al sexo. El no tiene ni la más remota concepción del amor. No hay un verdadero caso amoroso en ninguna de sus piezas. El hace humoradas del amor de Julio César -tal vez la mayor pasión de la historia. Deliberadamente, tal vez maliciosamente, él despoja a Cleopatra de toda grandeza, relegándola a una simple e insignificante muchacha. La razón para la extraña actitud de Shaw frente al amor, por su negación del movil de todas las cosas humanas, que emanan de sus piezas el clamor universal, a pesar de su enorme alcance intelectual, es inherente a su psicología. En uno de sus prefacios, él mismo enfatiza el rasgo ascético de su temperamento. Yo puedo estar errado en muchas cosas, pero estoy seguro de que no erré al enfatizar la importancia del instinto sexual. Por ser tan fuerte, choca siempre con las convenciones y salvaguardas de la civilización. La humanidad, en una especie de autodefensa procura su propia importancia. Si usted raspa a un ruso, dice el proverbio, aparece el tártaro sobre la piel. Analice cualquier emoción humana, no importa cuán distante esté de la esfera de la sexualidad, y usted encontrará ese impulso primordial al cual la propia vida debe su perpetuidad.

George Sylvester Viereck: Usted, sin duda, fue bien seguido al transmitir ese punto de vista a los escritores modernos. El psicoanálisis dió nuevas intensidades a la literatura.

S. Freud: También recibí mucho de la literatura y la filosofía. Nietzche fue uno de los primeros psicoanalistas. Es sorprendente ver hasta qué punto su intuición preanuncia las novedades descubiertas. Ninguno se percató más profundamente de los motivos duales de la conducta humana, y de la insistencia del principio del placer en predominar indefinidamente que él. El Zaratustra dice: "El dolor grita: ¡Va! Pero el placer quiere eternidad Pura, profundamente eternidad". El psicoanalisis puede ser menos discutido en Austria y en Alemania que en los Estados Unidos, su influencia en la literatura es inmensa por lo tanto. Thomas Mann y Hugo Von Hofmannsthak mucho nos deben a nosotros. Schnitzler recorre un sendero que es, en gran medida, paralela a mi propio desarrollo. El expresa poeticamente lo que yo intento comunicar científicamente. Pero el Dr. Schnitzle no es ni siquiera un poeta, es también un científico.

George Sylvester Viereck: Usted no sólo es un científico, también es un poeta. La literatura americana está impregnada de psicoanálisis. Hupert Hughes, Harvrey O'Higgins y otros, son sus intérpretes. Es casi imposible abrir una nueva novela sin encontrar alguna referencia al psicoanálisis. Entre los dramaturgos Eugene O'Neill y Sydney Howard tienen una gran deuda con usted. "The Silver Cord" por ejemplo, es simplemente una dramatización del complejo de Edipo.

S. Freud: Yo sé y entiendo el cumplido que hay en esa afirmación. Pero, tengo cierta desconfianza de mi popularidad en los Estados Unidos. El interés americano por el psicoanálisis no se profundiza. La popularización lo lleva a la aceptación sin que se lo estudie seriamente. Las personas apenas repiten las frases que aprenden en el teatro o en las revistas. Creen comprender algo del psicoanálisis porque juegan con su argot. Yo prefiero la ocupación intensa con el psicoanálisis, tal como ocurre en los centros europeos, aunque Estados Unidos fue el primer país en reconocerme oficialmente.
La Clark University me concedió un diploma honorario cuando yo siempre fui ignorado en Europa. Mientras tanto, Estados Unidos hace pocas contribuciones originales al psicoanálisis.
Los americanos son jugadores inteligentes, raramente pensadores creativos. Los médicos en los Estados Unidos, y ocasionalmente tambien en Europa, tratan de monopolizar para sí al psicoanálisis. Pero sería un peligro para el psicoanálisis dejarlo exclusivamente en manos de los médicos, pues una formación estrictamente médica es con frecuencia, un impedimento para el psicoanálisis. Es siempre un impedimento cuando ciertas concepciones científicas tradicionales están arraigadas en el cerebro.

¡Freud tiene que decir la verdad a cualquier precio! El no puede obligarse a sí mismo a agradar a Estados Unidos donde están la mayoría de sus seguidores. A pesar de su rudeza, Freud es la urbanidad en persona. El oye pacientemente cada intervención, procurando nunca intimidar al entrevistador. Raro es el visitante que se aleja de su presencia sin un presente, alguna señal de hospitalidad!

Había oscurecido. Era tiempo de tomar el tren de vuelta a la ciudad que una vez cobijara el esplendor imperial de los Habsburgos. Acompañado de su esposa y de su hija, Freud desciende los escalones que lo alejan de su refugio en la montaña a la calle para verme partir. El me pareció cansado y triste al darme el adiós.

"No me haga parecer un pesimista -dice Freud después de un apretón de manos. Yo no tengo desprecio por el mundo.

Expresar desdén por el mundo es apenas otra forma de cortejarlo, de ganar audiencia y aplauso.

¡No, yo no soy un pesimista, en tanto tenga a mis hijos, mi mujer y mis flores!

No soy infelíz, al menos no más infelíz que otros".

El silbato de mi tren sonó en la noche. El automóvil me conducía rápidamente para la estación. Apenas logro ver ligeramente curvado y la cabeza grisácea de Sigmund Freud que desaparecen en la distancia....

George Sylvester Viereck
periodista del "Journal of Psichology"
año 1926 publicada en N.York en 1957

martes, 30 de septiembre de 2008

El Viaje

Subí a ese colectivo. El sol quemaba. La humedad… mataba. Las caras de ellos, con una marca de amargura terrible, me lo decían todo. Ni siquiera notaban mi presencia, ahogados en sus pensamientos, viajaban quietos, apretados y molestos. Yo no podía dejar de observarlos, de notar la bronca y la angustia en sus rostros. Cuando menos me lo esperé, noté que una señora, grande, de avanzada edad, me observaba... de la misma manera que yo observaba al resto. Nuestras miradas se encontraron. Yo veía su rostro completamente dañado por las marcas del tiempo y a la vez esa expresión de “te agarré, pendejo… no sos el único”. Me desplacé de un lado al otro de ese pasillo lleno de cuerpos avinagrados por la injusticia de sus realidades, acercándome a ella. Me hizo señas para que me acerque mas, y cuando estábamos bien pegados me dijo:”vos sos de la generación de los hombre del futuro, nene”. Al principio me detuve, solo pensé en esa frase, esa afirmación. La miré y le dije:”Deje de mentir, doña. El futuro llegó hace tiempo, pero el hombre nuevo aún no”. Su expresión fue de asombro. Se paró con sus pocas fuerzas y con una paciencia divina se dirigió a la puerta del transporte. Volvió sus ojos hacia mi, y antes de que este de detenga saltó al vacío. Su encorvado y calloso cuerpo golpeó tan fuerte contra el asfalto que fue imposible no escuchar el estruendo. Quiso engañarme. En el fondo sabía que estaba equivocada… como todos. Y como dejar de estar equivocado? Todavía miro el desinterés en sus miradas. Todos siguieron el viaje como si nada. Yo me senté en ese asiento vacío que había dejado la vieja, me puse los auriculares y me uní a ellos. Y ella que creía que yo pertenecía a la generación de los hombres del fututo!!! Yo solo quería el asiento.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Über Coca

«Coca»
Sigmund Freud

Diciembre de 1884
Muchas revistas médicas norteamericanas publicaban periódicamente páginas
de traducciones de textos extranjeros. El artículo que sigue fue la primera
traducción de «Über Coca» de Sigmund Freud al inglés, pero debe tenerse en
cuenta que no es una traducción en el sentido corriente del término. Es a la vez
un resumen del artículo original y un compendio de varias fuentes. En especial
debería notarse que la opinión sobre el uso de la cocaína para el tratamiento
del morfinismo no es de Freud sino de Fleischl, y probablemente fue tomada del
artículo de E. Merck.
La planta Erythraxylon coca es cultivada en extensas áreas de Sudamérica,
sobre todo en Perú y Bolivia. Era una planta que conocieron y valoraron
altamente los conquistadores españoles del Perú. La planta estaba
estrechamente vinculada a ceremonias religiosas. Las hojas eran ofrecidas en
sacrificio a los dioses, masticadas durante la adoración, y puestas en la boca de
los muertos a fin de asegurarles una favorable acogida en el otro mundo. El
gobierno local de Lima prohibió su uso tachándolo de pagano y pecaminoso.
Pero cuando los españoles vieron que los indios no podían realizar las pesadas
tareas que les imponían en las minas si no tomaban esas hojas, suprimieron la
prohibición. Se la daban a sus trabajadores tres o cuatro veces al día, y la
costumbre ha continuado hasta nuestros días.
Los indios llevan consigo, cuando van errantes de un pueblo a otro, una bolsa
con hojas de coca, y también un frasco con cenizas de un árbol. Hacen con las
hojas una bola en la boca, la perforan con un clavo empapado de cenizas, y
después mastican la bola envolviéndola con saliva. Suelen tomar generalmente
entre cien y ciento veinte gramos al día. El hábito de masticar hojas de coca
empieza entre ellos cuando llegan a la juventud, y ya nunca lo abandonan.
Cuando tienen que emprender un viaje largo, o cuando cohabitan con sus
esposas, o hacen cualquier cosa que exija un gran esfuerzo físico, aumentan la
cantidad de hojas de coca. Hay abundantes pruebas que hablan de que los
indios son capaces de llevar a cabo los trabajos más pesados sin sentir
necesidad de comer si pueden ir mascando coca.
El uso inmoderado de la coca provoca caquexia, indigestiones, adelgazamiento
y pérdida de fuerzas, depravación mental de tipo antitético, apatía por todo. En
general se trata de un estado que recuerda mucho al que producen la morfina y
el alcoholismo. Esta caquexia de la coca siempre es resultado de su abuso. En
cambio, no se produce nunca como resultado de una desproporción entre los
trabajos realizados y la dosis tomada.
Una sustancia eficaz de las hojas de la coca es la cocaína. Este cristal tiene
sabor amargo, causa anestesia en las mucosas, es difícil de disolver en el
agua, y más fácil en alcohol y ácidos diluidos, sobre todo en el ácido clorhídrico.
Según los resultados producidos por los experimentos, la coca es, tomada en
dosis pequeñas, un estimulante. En dosis grandes paraliza los nervios, sobre
todo en animales pequeños. En las ranas produce un breve período de
estímulo, pero en seguida resulta paralizadora. Primero se atrofian las
extremidades de los nervios sensoriales, después los nervios sensoriales
mismos. Al principio la respiración se acelera, y después se detiene. El corazón
ve reducida su acción hasta llegar a un descanso diastólico. Una dosis de 2 mg
causa síntomas tóxicos. La cocaína excita en los animales de sangre caliente
los centros psíquicos y cerebrales. Los perros a los que se ha administrado
0.01 gramos de cocaína por kilogramo de peso muestran perturbaciones
maníacas, y también movimientos pendulares de la cabeza.
La cocaína causa una aceleración de la respiración, un aumento de la
frecuencia de las pulsaciones por la paralización de los nervios vago, midriasis,
aumento del peristaltismo, elevación de la presión sanguínea y disminución de
las secreciones.
El efecto que tiene la cocaína en el ser humano no es muy diferente al que
producen las hojas de coca. El autor tomó 0.05 gramos de cocaína en una
solución al 1 % cuando se encontraba cansado y con malestar. La solución
tenía al principio sabor amargo, pero pronto cambió y se hizo bastante
agradable. Al cabo de unos minutos se sintió muy alegre y a gusto. Los labios y
la lengua parecían habérsele arrugado y luego los sentía
desacostumbradamente calientes. La respiración se hizo más lenta y profunda,
se sintió cansado y somnoliento y se puso a bostezar. Notaba la mente
confusa. Después de unos minutos empezó la auténtica euforia de la cocaína,
con frecuentes eructos fríos. El pulso era al principio más lento y después más
acelerado, y con mucho calor en la cabeza.
En otras experimentaciones se encontraron eritemas, aumento de la micción,
resecamiento de las conjuntivas y de la mucosa nasal, bucal y de la garganta.
El efecto físico del cloruro de cocaína en dosis comprendidas entre 0.05 y 0.10
gramos consiste en alegría y euforia constantes. No se produce un tipo de
alegría semejante a la que da al alcohol. La persona que toma la cocaína se
siente segura de sí misma, vigorosa y activa, pero no con la excitación mental
que producen la cafeína, la teína y el alcohol, sino simplemente con una fuerza
normal y una gran capacidad de trabajo. Estos son los efectos más
maravillosos de la coca. Es posible, habiéndola ingerido, llevar a cabo los más
prolongados, persistentes e intensos trabajos mentales o musculares sin sentir
fatiga. El hambre y el sueño, tan imperativos generalmente, dejan de sentirse y
tenerse en cuenta. Cuando se ha tomado cocaína se puede comer y beber,
pero se tiene la convicción de que fácilmente se podría prescindir de ello. Se
puede también dejar de dormir, aunque, si se desea, el sueño viene sin
dificultades. En la primera fase de la ingestión de cocaína siempre se produce
insomnio, pero no es un insomnio molesto ni doloroso.
El efecto de una dosis corriente de cocaína va disminuyendo poco a poco, de
forma que resulta difícil determinar con exactitud su duración relativa. Si se
realizan trabajos muy pesados e ininterrumpidos mientras se está bajo los
efectos de la cocaína, durante períodos de cuatro o cinco horas, es necesario
repetir la dosis para evitar la fatiga. El efecto será más duradero sin embargo si
el trabajo es menos pesado. Después de que desaparece la euforia causada
por la coca no aparece ningún tipo de lasitud. El efecto de una dosis de 0.05
gramos durará veinticuatro horas.
Terapéuticamente es utilizada como estimulante siempre que se necesite
mantener un aumento de la capacidad de esfuerzo físico sin alimentos ni
descanso; así, en las guerras, viajes largos, escaladas de montaña, etc., en las
que tanto se suele valorar el alcohol, la coca es un estimulante que da muchas
más fuerzas y resulta además absolutamente inofensiva aunque se tome
durante períodos continuados. La única objeción es su alto costo.
También se recomienda la coca para personas con problemas digestivos; se
trata del correctivo de la digestión más antiguo, mejor conocido y más
recomendable. Las diversas presentaciones de la coca pueden recetarse para
dispepsias en todas sus formas, sobre todo las producidas por casos de
debilidad general. Con dosis pequeñas de cocaína (de 0.025 a 0.05 gramos) se
logra hacer desaparecer la indigestión, la lasitud, y la incapacidad de trabajar.
También ha sido recetada y ha obtenido buenos resultados en casos de
caquexia y sífilis, así como en casos de morfinismo y alcoholismo: esta
considerada como un antídoto total contra la morfina. Y ha demostrado también
ser muy beneficiosa en trastornos de tipo asmático.
Por encima de todo se han descubierto los efectos anestésicos locales del
cloruro de cocaína en la oftalmología, y este hecho ha sido confirmado por
oculistas tanto europeos como norteamericanos.
El profesor Fleischl. de Viena ha confirmado que el cloruro de cocaína es
valiosísimo, utilizado mediante inyecciones subcutáneas, para tratar el
morfinismo (de 0.05 a 0.15 gramos disueltos en agua). Se utiliza la técnica de
reducir gradualmente las dosis de morfina e ir elevando paralelamente las de
cocaína. Si se quiere producir una abstinencia brusca de morfina es necesario
aumentar la dosis de cocaína hasta llegar a inyecciones de 0.1 gramos. Gracias
a ella es posible prescindir totalmente de los asilos para alcohólicos; se puede
conseguir una curación radical en diez días inyectando 0.1 gramos de cocaína
tres veces al día.
Después de excesos en comida o bebida, la cocaína restablece la buena
digestión mejor que ningún otro preparado. Una dosis entre 0.025 y 0.05
gramos bastara para ello.

lunes, 22 de septiembre de 2008

EL VIEJO y LA "NADA POR AMOR"

¿Qué pasó?
Demasiado tiempo pensando una respuesta para que un viejo me conteste con algo que yo consideraba un “imposible”, diciéndome: “…nada.”… La pregunta es compleja, si uno quiere. Se sabe que cuando el ser humano se enamora es capaz de hacer cualquier cosa, o por lo menos eso pensaba yo, sin embargo aquel hombre de experiencia logró demostrarme algo que esa actitud del enamorado es la puerta de entrada a una vida de sufrimiento.
¿Qué serías capaz de hacer por amor?
Esa era la cuestión ¿se podía hacer algo? Las respuestas más comunes que se me venían a la mente eran “no lo sé” o “todo”, pero el viejo me había dicho “nada” ¿Nada? ¿Cómo es posible tal respuesta? Voy a empezar desde el principio, para que se pueda entender.
¿Cómo fue?
El sol caía en la ciudad, la temperatura era agradable y yo no tenía nada que hacer. Caminé un poco por la ciudad y luego me senté en el banco de una plaza a mirar un poco a la gente, disfrutar del paisaje y poder pensar alguna respuesta a esa pregunta que me quitaba el sueño. De pronto, una sombra se recortó desde el ocaso, era el contorno de un cuerpo marcado por los años, un tanto encorvado y con movimientos lentos y poco precisos. Así, en cuestión de minutos tuve a ese hombre sentado en la otra punta del banco placero. Tenía la vista perdida, como si mirara sin mirar. Yo lo observaba desde el otro extremo, pero él parecía no saber que había alguien más allí. Sacó, de uno de los bolsillos de su saco, una pipa que más tarde comenzó a fumar. Tenía algo extraño, algo que uno no percibe en el común de la gente. No pude evitarlo, en un momento tomé uno de mis cigarros y le pedí fuego, como para poder sacarle algún tema de conversación. Lo encendí y él enseguida me miró como para decirme algo, pero no soltó palabra alguna.
¿Señor, me convidaría fuego, por favor?
Fueron mis palabras. El viejo se hizo el sordo al principio, pero después se dio cuenta de que a mí no podía engañarme. Allí estábamos, los dos despidiendo humo en aquel atardecer. Conversamos un poco, pero nada relevante, pavadas sobre todo. Sin embargo, cuando entramos un poco en confianza no pude evitar hacerle la pregunta a la cual no podía encontrarle una verdadera respuesta.
¿Qué sería capaz de hacer un hombre por amor? ¿Qué sería capaz de hacer usted por amor? Le dije. Su respuesta fue: “…nada.”
¿Cómo nada? Lo increpé. Era algo que realmente no esperaba y necesitaba una explicación de inmediato. Así, el viejo me contó una historia de su juventud como argumento a su respuesta. Yo lo escuché muy atento, mientras ambos seguíamos quemando y tirando humo.
¿Qué historia contó el viejo?
Este hombre, cuando era joven, pertenecía al ejército. Era soldado raso. Debido a que su familia era muy pobre ingresó al ejército en busca de algún buen futuro. Un día conoció a una muchacha y se enamoró profundamente, sin saber que aquella hermosa dama era la hija del coronel. Se encontraban una vez por mes y él le leía los poemas que escribía cuando pensaba en ella, entre otras cosas. Después de varios encuentros, él le dijo que tenía grandes deseos de ser su novio, de casarse y vivir el resto de su vida junto a ella. La chica le confesó que deseaba lo mismo, pero que necesitaba saber si su amor era real y sincero o estaba con ella por su dinero y posición social. Le pidió, entonces, una prueba de amor: tendría que pasar 100 días y 100 noches bajo su ventana. Para demostrar su amor, allí fue él y se sentó a esperar, sabiendo que después de esos 100 amaneceres se casaría con su amada.
¿Y que pasó?
Esperó sentado allí, pasando hambre, frío, miseria, calor y soledad, entre otras cosas. Sin embargo, la noche número 99 se paró y se fue. Ella jamás se asomó por la ventana a ver si estaba bien, nunca le llevó un vaso de agua, prácticamente no se molestó ni demostró interés. Se dio cuenta de que ella realmente no lo amaba como sí lo hacía él. Si ella realmente lo hubiera hecho, al 3er día ya se hubieran casado o ni siquiera hubiera hecho falta esa “prueba de amor”. Así que, por más que al día siguiente se iban a casar, él se fue. No soportaría vivir el resto de su vida con una persona que no lo ama. Y nunca más la volvió a ver.
¿Qué más dijo el viejo?
Además de su gran historia, el viejo me dijo que el amor debe ser correspondido y que no hay que hacer “nada” por amor, simplemente amar. Aparte de desear con locura a la otra persona hay que estar seguro de que esa persona también nos desea. No hay nada más insoportable que querer a alguien que no nos quiere.
¿Y después?
El viejo se paró con lentitud, pero sin dificultad y con pasos lentos y cortos se fue perdiendo en la oscuridad de lo que ahora era la noche. Yo me quedé pensando mientras prendía otro de mis cigarros.

FER!

sábado, 6 de septiembre de 2008

Delincuencia y Vandalismo

Hace días que vienen dando vueltas en mis pensamientos ideas sobre la delincuencia y el vandalismo. Muchísimas preguntas surgen, y a su vez emergen diferentes respuestas posibles. Voy a intentar, en este pequeño escrito, ordenar de alguna manera mis pensamientos y poder obtener alguna reflexión.
Estas preocupaciones surgieron cuando vi por televisión los medios de transporte público de una ciudad en China. Las comparaciones con los medios de transporte público de nuestro país son realmente fuertes. El desarrollo tecnológico y la adecuación del servicio chino lo hacen totalmente eficaz y confortable, a pesar de que aquella ciudad oriental tiene la misma cantidad de habitantes que nuestro país. Los pisos de las terminales de colectivos y las estaciones de trenes son totalmente brillantes y limpios, los horarios de llegada y salida son exactos (en sentido literal) y la atención a las personas que utilizan el servicio es excelente. Nuestros trenes, en cambio, son aquellos que erradicaron de alguna parte del mundo híper desarrollada y para no hacer un museo con chatarra nos los vendieron. Nuestras estaciones de trenes y nuestras terminales son un desastre, la mugre inunda todos los rincones, el tren o el colectivo no respeta ningún horario, las condiciones de seguridad mínima para los pasajeros no están garantizadas, la atención es muy mala, la cantidad de medios de transporte no son suficientes para la cantidad de individuos que los utilizan y algunos de ellos se caen a pedazos o apenas funcionan.
Sin embargo, creo que por más que mañana venga una “mano mágica” e instale los medios de transporte público chinos en nuestro país, al poco tiempo todo estaría en las mismas condiciones que ahora. Es verdad que no hay políticas de estado para mejorar los servicios públicos, pero también es verdad que la gente no cuida lo poco y de mala calidad que hay. Si alguien puede robar y llevarse algo a su casa como souvenir del viaje (por más que no le sirva para nada), lo va a hacer; y en su defecto, si no puede hacerlo, lo va a romper.
Es en este punto donde surgen mis preguntas por el vandalismo, considerándolo como el acto de romper, dañar o destruir algo (por lo general de orden público) sin un sentido lógico, simplemente “porque sí”. Lo primero que hice fue pedirle una respuesta a la ciencia humana por excelencia: el psicoanálisis. La teoría freudiana me respondió de una manera algo compleja para la gente que no pertenece a este campo, pero algo sencilla, de alguna manera, para entendidos. Según esta postura, hay un tipo particular de pulsión, a la que denomina “pulsión de muerte” y que busca la autodestrucción del individuo y una tendencia a llevarlo a lo inorgánico. Dominada por ciertos influjos y ayudada por la musculatura del cuerpo, esta pulsión es volcada hacia fuera expresada como “pulsión de destrucción”.
En síntesis, y para ser claro, desde la postura psicoanalítica el vandalismo sería considerado como algo inherente al hombre mismo, algo que no se aprehende ni se enseña, está gobernado por las pasiones mas profundas, bajas e instintivas, de alguna manera, del ser. Esta respuesta me ayudó, pero no me alcanzó. Fue necesaria, en algún punto, aunque no suficiente. Para caracterizar el vandalismo se me ocurre que puedo denominarlo ahora como el acto de romper, dañar o destruir algo, sin intervención de la razón ni de la conciencia del efecto del acto como causa. Un buen ejemplo puede ser el de un grupo de jóvenes que destruyen una cabina telefónica, un domingo por la madrugada, después de haber salido del boliche donde fueron a bailar. Se puede decir que no hay razones que justifiquen el acto, no hay meta y tampoco hay finalidad. Una nueva conclusión puede ser así: el acto de destrucción característico del vandalismo tiene como meta y finalidad el propio acto.
Una comparación que puede servir de mucha ayuda es la del vandalismo con el fenómeno de la delincuencia. Desde un punto de vista son considerados como fenómenos hermanos, como muy parecidos o como lo mismo. Tienen muchas cosas en común: están presentes en todas las clases sociales, aunque en mayor o menor medida, es así; se presentan en personas que jamás pisaron una escuela, como en universitarios e intelectuales prestigiosos; y son problemas sociales de muchísimos países del mundo, sin importar raza, ni religión, ni color.
Algunos sostienen que el pobre es el delincuente. Según prejuicios sociales, “son pobres porque no les gusta trabajar” y, entonces, por eso roban. Otros, sin embargo, sostienen que los ricos son los que roban, es decir “son ricos, justamente, porque roban”, nadie que tenga un trabajo digno y pague religiosamente todos sus impuestos puede ser rico si no es robando.
Otras teorías sostienen que todo está basado en la educación, aunque la realidad nos muestra que no es así. Personas que han estudiado en los mejores colegios del mundo, intelectuales reconocidos y grandes genios pensadores, son los individuos que han encabezado las masacres más grandes de la historia de la humanidad, donde no hay ningún ideal que pueda justificar tales actos.
Para terminar, me gustaría echarle un vistazo a las soluciones “brillantes y lúcidas” que plantea el estado para terminar con estos problemas. Frente a la pregunta “¿Cómo hacemos para terminar con el vandalismo y la delincuencia?” el estado plantea duplicar o triplicar las penas correspondientes a los delitos y, como en muchas ocasiones los individuos son menores de edad, en consecuencia, jurídicamente inimputables, también se propone hacer descender la edad de imputabilidad penal. Solo a un grupo de necios y estúpidos pueden proponer eso. Cuando alguien sale a delinquir, no se pone a sacar cuentas de cual es la pena de cárcel que le puede dar el juez o si a su edad es jurídicamente imputable. El delincuente o el vándalo piensa y cree que nadie lo va a agarrar, de lo contrario, no lo haría. Es una condición psicológica necesaria que el delincuente esté convencido de que la policía no lo va a detener para que sea posible su acción. Son actos no mediados por la razón, no hay una proyección del futuro, una meta por cumplir a largo plazo, ni una determinación clara entre medios y fines.
Como siempre sostengo, no digo que estoy hablando de verdades absolutas, simplemente de planteos que parecen más adecuados que otros. Tenemos un estado que está a la vanguardia de la NADA, no quiero que se interprete algo que no es, pero ni siquiera hay voluntad, ni seriedad, ni compromiso.
Los problemas planteados no son sencillos y no me animo a presentar una posible solución a los mismos, aunque quizás en posibles trabajos lo intente. Grandes problemas merecen, además de grandes soluciones, una gran dedicación.

jueves, 28 de agosto de 2008

EL JUEGO (Un ensayo sobre la existencia de la amistad entre géneros)

Pasaron días ya de esa una reunión con amigos, nos preguntamos sobre la amistad entre géneros. Fue raro ¡Claro!.

Siempre empezamos hablando de eso, aunque la charla nos llevó hacia otros temas, me pregunto si será casualidad: campo, política, televisión, anécdotas, facultad… todo para volver, para volver otra vez… otra vez… es entonces cuando, de repente me di cuenta de que estaba, estaba allí, en el mismo lugar de siempre: con ellos y ellas.

Enfrentados en igual proporción, si, digo bien, enfrentados, cada uno dio su opinión, era lo que correspondía ¿no?... bueno, no se, en realidad recuerdo solo algunos ejemplos, experiencias, hasta filosofía y como si fuera poco, psicología.

No faltaron chistes y posturas políticas, morales, pero no pudieron concluir… Yo… yo me quede pensando… y luego paso la media noche…

¡Tengo que intentar un alivio de tensiones sobre las posturas!. ¡Si! Lo voy a intentar, bueno, en realidad no se… bueno quizá si, no se, no digo que lo logre.

En momentos como este, se me viene a la cabeza: “voy a partir de supuestos que me permitan empezar y me ayuden a seguir en la intelección, no quiere decir que se trate de verdades, simplemente son puntos de apoyo, ¿será casualidad?, No tengo ningún problema en cambiarlos si se llega a demostrar su falsedad en el futuro … creo estar enloqueciendo…

El problema viene por otro lado. Creer que el hombre y la mujer son iguales es un error…. ¡Si tienen diferencias físicas!, ni hablar de hormonales, morales, sociales y psicológicas, ¡maldición!.

A ver si empiezo a ordenar mis pensamientos, mejor voy por algo de tomar.

1- Ella viene y me dice: “…es un amigo…”. ¿Por quien me esta tomando?, si lo traduzco y decodifico, !yo se muy bien que significa!. Si lo tomamos independientemente del tono de voz es: no me tocó nunca… ni lo va a hacer en su vida… ¡yo se muy bien!.

2- Cuando él vino y me presenta a esa, lo hizo diciendo: es una amiga…. Eso, traducido y decodificado, significa: …nunca pasó nada entre nosotros…por ahora, así que ni se te ocurra tocarla… es mía…

¿Sé entiende? Cuando ella me consideró un amigo, ya estuve a la altura de su hermano, su tío, o su primo feo. ¡Me dio el carnet!, si claro, yo soy de su Club de amigos, seguramente allí encontrarás a otros.

Y el, es mi amiga dijo, yo se muy bien, él dijo otra cosa aunque estaba diciendo eso, ¡lo sé!

¡Mi cabeza!, Voy por un trago… pero antes, voy sintetizar de una vez, lo voy a explicar: Cuando decimos lo que decimos, por más que digamos lo mismo, estamos diciendo otra cosa. Sí, es una cuestión fisiológica y hormonal… ¡lo sé! Después de todo los ciclos de ellas le alteran la cabeza, es así ¡ lo sé !, la experiencia me demuestra que es así.

Como prueba de ello voy a eliminar malos entendidos:

A- Cuando un hombre empieza una relación, ¿Qué es lo que más detesta, aparte de los hermanos de ella? Sus amigos varones. Con las amigas mujeres es distinto, porque la cosa es mas sencilla, simplemente, si te adoran, tu novia te elevará a un grado de “semi-dios”, pero si te detestan, fuiste. Sencillamente, date por muerto. Pero uno detesta a los amigos varones de “su chica”, pero no por ella, el problema son ellos. Seguramente la chica les contará sus problemas, hablará de vos con ellos, pedirá consejos, las intenciones de parte de la muchacha no serán más que eso. Ellos, sin embargo, tendrán otra misión: harán lo imposible para demostrarle a ella lo idiota que es el pibe con el que está saliendo. Es así.

B- En cambio, cuando una mujer empieza una relación, lo que más detesta aparte de sus amigos varones, son sus amigas mujeres. Pero en este caso, el problema no son ellas, sino “él”. Sabe que esas amigas son sus anteriores intentos, fallidos, “de hecho”. Nunca pasó nada con ellas, pero bastaría que alguna ceda en sus limites para que él caiga. Él sigue esperando “el momento”.

Nos diferencia, entonces, justamente la diferencia. ¿Lo ven?. No es que la amistad entre el hombre y la mujer no existe, sino que significan cosas distintas para ambos.

Quizás vuelva sobre esta reflexión mas adelante, o quizá no, no se, estoy cansado, mejor será dejar la labor para las generaciones futuras, quizá no, mejor me voy a dormir.

(un texto de Fernando García, modificaciones por Fernando Peralta).

miércoles, 27 de agosto de 2008

TRADICIÓN - TRAICIÓN

La tristeza había invadido su vida. Había invadido su cuerpo, sus manos, sus ojos, sus pensamientos. Estaba iracundo y triste. Muy triste.

No había plan. No había ni plan ni estrategia. Lo habían dejado solo. Y lo peor era que él lo sabía.

Dios había muerto una vez mas.

Siempre se había creído fuerte, omnipotente, todo poderoso, algo así como un SUPER HOMBRE. Ahora sabía que no era así. Nunca lo fue. Se descubrió débil, frágil, completamente vulnerable. Estaba corrompido.

Los últimos movimientos de su juego fueron fallidos. Su rey se encontraba en “jaque”. Acorralado..

No quería irse. No quería quedarse. En realidad no podía, le habían soltado la mano. El río se lo estaba llevando y nadar era inútil. No había orillas y no podía hacer pie. Solo debía esperar. Había comenzado el principio de su fin.

La traición era demasiado pesada para soportarla una segunda vez. La primera logró superarla. Comenzó desde cero otro juego, otras fichas, otro tiempo. Esta vez, alerta. No podía equivocarse otra vez. Pudo armarse de a poco y conquistar nuevos sitios. Lugares que jamás había pensado. Pero el hecho llegó nuevamente. Era como parte de una tradición. Todo se volvía a repetir. La traición había llegado otra vez, y ahora parecía llevárselo todo. Se quedaba sin fuerzas. Estaba decepcionado. Ella lo había traicionado de nuevo. La tradición.

Pensaba, pensaba y pensaba “¿Por qué?”… pero no había respuestas, solo preguntas. Tal vez tenía que acostumbrarse que así iba a ser siempre y que por más que arme un nuevo juego en otro lado, la traición iba a volver.

No quería eso. Había muchas cosas que no sabía, pero si de algo estaba seguro era de que no podía vivir sabiendo que le iban a escupir la espalda de nuevo.

Pensaba muchas cosas, pero no las podía decir. También había otras que no podía decir por el hecho de que no las podía pensar. Se había agrietado y nada lograba poner en ese lugar, en ese hueco. No se podía discutir si era verdad o era mentira, el hueco estaba, era real, pero el lo borraba. Lo negaba. Por eso nada iba a ese sitio. No había parche posible.

Estaba quebrado. Parecía calmo, pero desesperaba por dentro. No había duelo. No había nada. En el fondo, una parte de él, había aceptado con total resignación armar las bases para una nueva partida. Así pasaba los días, armando y desarmando ideas, y cada vez se convencía más de que el futuro era una nueva traición. Ya no corría con la suerte de aquella primera vez. Era distinto.

Sin puertos, ahora, donde amarrar su bote, miró el cielo, encendió un cigarrillo y mientras esperaba que pase la tormenta de la traición, esa tradición que lo marcaba, se puso a escribir.

domingo, 27 de julio de 2008

En que pensamos ahora???

Que bellas épocas aquellas… cuando te levantaba tu mamá, después de haberte pegado como mínimo 5 gritos desde la cocina “…dale, levantate… no podés dormir tanto…!!!”; y vos le demostrabas que podías dormir mucho más todavía. Llegabas a la mesa, sin importarte nada mas que ahí estuviera tu chocolatada, algunas galletas (que por lo general eran las últimas del paquete, y no ibas a encontrar una “rellena” ni por casualidad), y los dibujos animados. Podían pasar cualquier dibujo, hasta los mas horribles y con menos sentido… y ahí estabas vos mirándolos, asomando tu vista por sobre el tazón, grande como tu cabeza. Era más el ritual del desayuno que lo que comías, te colgabas tanto con la tele que la leche se terminaba enfriando, y tu mamá, ya preparando el almuerzo, te pedía que te vallas a peinar, o en su defecto, que te cambies. Y allá ibas vos, como a control remoto, dejando el tazón casi lleno. Todavía con la vista lagañosa, volvías a tu habitación y te acostabas de nuevo. Sabías que al rato caería ella con sus manos oliendo a cebolla, zanahoria y morrón, a pedirte que te levantes, y perdiendo la cuenta ya de cuantas veces lo hizo, vos hacías todo rápido porque no querías que pierda la paciencia.

Las mañanas siempre eran especiales, todo era siempre a último momento. Tenías a tu mamá apurándote de atrás, y vos… tranquilo. Estabas tranquilo porque ella era la que acomodaba los horarios. En dos horas, vos te levantabas, desayunabas, almorzabas y estabas listo para irte a la escuela. Era mágico. Hoy en esas dos horas no podés hacer ni la mitad de todo aquello. Es más, te acostás cambiado y omitís el desayuno, para tener tiempo y dormir “un ratito más”… sin darte cuenta de que por más que hagas los intentos posibles, jamás vas a llegar a horario a ningún lado.

Jamás pudimos darnos cuenta de cual era el secreto, porque no nos importaba. Nosotros pensábamos en otras cosas. Nos importaba más como continuar nuestra historia., y en eso pensábamos todo el día. Mientras las niñas, lo hacían todo más simple, nosotros lo retorcíamos todo. Ellas jugaban a que “Barbie” iba a la peluquería y sabían que allí se iba a peinar; o si iba al médico, de allí saldría con una receta. Pero nosotros no… nuestro Batman podía ir al médico y allí podía pasar cualquier cosa, desde entrar un platillo volador por la ventana, hasta explotar el consultorio, llenando todo de saliva, después de que un oso gigante arrojó una granada por el techo. Y así estábamos, con esa incertidumbre de lo que pasaría. Porque ni siquiera nosotros sabíamos que iba a suceder.

Bueno… ya de grandes seguimos sin saber que es lo que va a suceder. Pero ahora, ni siquiera pensamos en eso. ¿En que pensamos ahora?

martes, 22 de julio de 2008

La cola y su Ciencia

Soy yo el único o somos varios los que estamos cansados de que nos hablen “del tema del campo”…???

Por favor… cuanta opinión pública, tinta, papel, horas de tv, risas, insultos, noteros, inspiración que creó canciones, globos, panfletos, calcomanías, papel picado, piquetes, cacerolazos, peronistas sudados; versiones de “golpes”, “autogolpes”, “corralitos”, “apología de la dictadura del 76”, “intento de plagio a la figura de Evita”; funcionarios que amenazan de muerte a otros, apretones patoteros y mafia.

Es increíble ir pensando en cada una de estas cosas ¿no? Yo diría que da mas lástima que asombro. Nos hacemos el bocho y es todo por un “cacho de guita”… ¿Quién se la queda? Eso sí que no lo sé… pero seguro que yo NO.

Cansado de todo esto, decís: “OK… no prendo el tele hasta la noche, así me ahorro la mala sangre de las noticias que ya leí por la mañana en el diario, escuché por la radio a media tarde y me repiten OTRA VEZ a la tarde-noche…” Y quién aparece??? El señor que aparte de llenar de GRASA las noches de la tv, invadió todos, todos, todos los demás programas. Si… ese mismo señor cabezón, millonario y de San Lorenzo. Uno termina cayendo en ese juego sin querer. Es el tema del día siguiente hablar de como “Evangelina Anderson” se frotó el “caño” por donde mas no pudo… o como “La Tota”, bajo un intento de sensualidad, trepa el caño con la panza…

Es increíble. Cansado de todo, agarré un libro de Freud del año 1920, para desconectarme por un rato de todo… y el mismísimo Sigmund me empezó a hablar de Tinelli…

Ahí no más, revoleé el libro…

Algunos podrán tratarme de obsesivo con el tema… y decirme que no es para tanto, pero esas colas parecen haber evolucionado en la escala filogenética de la especie. La simetría, el diseño ergonómico, la armonía y la delicadeza de su forma, coloca a esas colas en un desarrollo superior al común de las muchachas. Ahora, ese desarrollo contemplado en la cola femenina ha provocado un desarrollo en el nervio óptico del hombre. Esto no lo estoy inventando yo, lo dice el Concejo Argentino de Profesionales de la Cola, integrado por médicos y esteticistas expertos en el tema. Como verán, ya se ha creado una CIENCIA DE LA COLA… pero eso lo voy a dejar para la próxima.

Les dejo un saludo.