jueves, 27 de noviembre de 2008

El Hombre Nuevo

El “Hombre Nuevo”. Suena bien. Uno lo puede leer muchas veces, puede repetirlo en voz alta y hasta sentir eso que produce cuando uno lo oye. Pero ¿Qué quiere decir? No es solo un sustantivo adjetivado esperando que le pongan un verbo para que pueda ser algo más. El Hombre Nuevo es más de lo que dicen esas once letras acomodadas una detrás de la otra. Esas dos palabras juntas, sin importar el orden, dicen tantas cosas que no le hace falta verbo alguno, porque él mismo es acción en su esencia.
Hombre del futuro, forjado en la fragua de la justicia con las herramientas de la moral y la ética, estructurado en la vanguardia guerrillera, generador de conciencia revolucionaria y entusiasmo combativo.
Hombre que quiere nacer todos los días en nosotros, pero que muere diariamente en su estado más embrionario. Sepultado por ilusiones, fantasías y deseos sustentados en la realidad más irreal pensable. Hombre que intenta ver la luz, pero es abortado por una sociedad que no lo deja ser, una sociedad anticonceptiva que potencia la individualidad y la ignorancia, transformando el río de la humanidad en una zanja de agua estancada, sin vida.
Hombre que se constituye como tal en su acción, en su praxis. Impensable, inacabado.
Si dejáramos que éste eche raíces en nosotros y pueda florecer: eso si sería una primavera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Y qué primavera!
Como bien decís el hombre nuevo: "...muere diariamente en su estado más embrionario."
¿Y cómo despertar?
¿Y cómo tomar conciencia?
Algún día, quizás.

Un abrazo.