sábado, 8 de agosto de 2009

Un Lápiz y Un Papel En Blanco

Cuanto vértigo siente uno a veces, cuando se encuentra frente a un papel en blanco, por ejemplo. Es justamente el abismo, la nada. Un lugar donde hay pura ausencia. Un espacio vacío que, precisamente, se deja llenar. Es más, pide a gritos que alguien deposite algo en él. Algunos, dispuestos y convencidos, se la pasan regalando ideas, maravillas, ocurrencias, sueños, tristezas y quién sabe cuantas cosas más, en papeles deseosos, con sed de letras. Otros, intentando estafarlos, les brindan mentiras y engaños, llenándolos con falsas obras del alma, haciendo que el otoño llegue a las bibliotecas, secando las hojas de libros que han sido escritos por verdaderos ángeles, seres que han dejado trozos de su alma en páginas que al ser leídas acarician lo más profundo del ser, y alivian el existir.
El miedo se siente al comienzo, y eso es bueno. Es esa intriga, esa falta de saber la que crea la pequeña curiosidad que guía a los auténticos, aquellos que han sido elegidos, creadores de mundos mágicos y maravillosos. Semidioses que, al estilo de Prometeo, le robaron las palabras a algún Dios avaro y nos regalaron otros universos, otros lugares, repletos de aquello que carecemos: amor.
Es fantástico todo lo que uno puede hacer con solo un lápiz y una hoja en blanco. Se puede ser ingeniero, arquitecto, verdadero diseñador de sitios que solo pueden existir en esa dimensión, que solo existen en nosotros. Mundos que a través de las caricias que la punta del grafito hace en ese papel se hacen reales, permitiendo que cualquiera que lo desee y quiera ingresar en ellos, lo haga.

1 comentario:

Nicolás dijo...

Sabés que nunca me abandona esa sensación de estar frente a un espacio en blanco y pensar con deseo "de acá puede salir cualquier cosa!" y a la vez con miedo "de acá puede salir cualquier cosa!" jajaja. Hay un poder increible en una hoja y un lapiz, hay un poder en la maquina diabólica que mueve esa mano por las líneas. Una autopista al infierno.

Un abrazo Fer, vos tampoco me hacés perder la costumbre de tener un momento refrescante de lectura.