jueves, 3 de diciembre de 2009

La victoria del as de basto

Si el mundo fuera un poco más
y esta noche fuera eterna,
abriría todas las flores
para que sintieras su olor.
Pero si el amor va un poco más allá
y descubrimos que las estrellas son falsas,
que se apagan con el apagón que ofrece la ciudad
en rebelión de los que cobran más,
sería una desilusión para los dos.
¿Qué pasaría si el sol se casara con la luna?
Un eclipse eterno nos dormiría.
Un pez volador huiría con su mariposa en libertad,
y el AS de basto vencería al de espada
ganando un vale cuatro hacia la eternidad.
Si nuestras sombras revelaran toda nuestra intimidad,
y se marcharan juntas hacia otro lugar,
y el Amazonas se talara entero
convirtiéndose en un desierto agonizante,
gritaría “Oíd, mortales…” a la población mundial,
dejándola sorda, para que entienda
que lo que dice el rey no es más que:
“mis estrellas y mis guerras ganadas me hacen grande
y, en esta selva, el león soy.”
Si el Perito Moreno se cansara
y se mudara a Hawai,
o las Islas Malvinas fueran un Rolling Stone,
Madona sólo sería Cleopatra en camisón,
sin oro, sin mansión.
Bajo un árbol genealógico
me di cuenta que todo cambió,
que estoy en la nueva era,
en la de la comunicación
en la de la globalización,
que el mundo no es un mundo,
es un mercado de mercados,
donde todos somos productos,
y lo peor de todo,
es que estamos en la góndola de la ofertas.

(Canción escrita para la banda en la que mi hermana tocaba el bajo, en su temprana juventud)

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